domingo, 1 de noviembre de 2009

Dioses

Un vals electrónico hace que te busque sin querer entre la gente.

Nos hemos hallado en medio de la algarabía de sonidos que estallan en las caras, musas rojas de noche y plateadas de día, para vomitar de lado las soledades inquietas que se trepan como gatos en los balcones de Persia.

¿Dónde estabas? te pregunto, me miras y no contestas, no hay palabras ni pasos desentonados que nos rompan los latidos en las venas. Bienvenido el sonido de los toros y escorpiones, que penetran en las noches como esta hasta las profundidades de la locura, bienvenida la resonancia de gemidos de príncipes y doncellas, que nunca, se encontraron en los cuentos de hadas para hacer el amor con los dedos y los ojos. Pero mejor así, pienso, no pronuncies palabras que asesinen el silencio imperturbable del sabor a miel y fresas, prefiero seguir mirándote desde aquí adentro, donde sé, que sin que sepas nada de mi, conoces hasta los castillos tristes de mármol y centella que me habitan.

Caminas en busca de mi oído y te respondo con un dedo en los labios –El amor no existe, no insistas- y siento que contradigo con una mentira lo que me pasa por el medio del rojo músculo de hierro y tormenta. -Si el amor no existe, entonces dime ¿qué es esto?-, abres la mano para enseñarme el inicio del cosmos donde los besos de mar y suspiros lunares, son perseguidos por soledades con vendas en los ojos que juegan a la gallinita ciega, una soledad se acerca a mi y saca un revolver del bolsillo, apunta a mi pecho y dispara mil veces sin pensar en los segundos del tiempo, pero el disparo que más me ha dolido es el que se rompe en mi boca castigando mis palabras y me hace sangrar hasta la última hoja verde que se lee y se cierra en mis ojos. Inconsciente permanezco en el suelo. Ninguna persona de las que se encuentra alrededor nuestro se percata de lo sucedido, pues siguen allí riendo y conversando de limosinas y lingotes de oro. Por un instante bendigo mi muerte, pero un segundo después me doy cuenta que renazco entre el océano piel de tu ombligo aparentando ser árbol y gato. –El amor no es para humanos- dices logrando por fin susurrarme al oído. -El amor no es para humanos- repito con mi boca en tu nariz.

Margarita-Amarilla

4 comentarios:

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  2. tu negro, yo rojo.
    y si el amor legase a existir, acaso podriamos nombrarsu color?

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  3. http://sertortaapesta.blogspot.com/2009/12/de-que-color-es-el-amor.html

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  4. Yo creo que antes de descifrar el color del amor... me preguntaría si se puede descifrar esa mierda llamada AMOR.... ni siquiera me cabe en la cabeza el hecho de que algún día alguien me dijese que se puede comprobar que eso existe... y si existiera....seguiríamos preguntándonos lo mismo... De qué color es el amor?
    Por eso quice decir que el amor no es una vaina humana... es como preguntarme si los dioses existen... Pero es inevitable como humana.. blasfemar y elogiar el amor al mismo tiempo.

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